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Tarot de la Biodiversidad
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El Instituto Humboldt se arriesgó a lanzar una obra sobre la biodiversidad colombiana inspirada en el conocimiento del tarot. Mágica y colorida, rebosa imaginación, sabiduría, fauna y flora.
     

El Instituto Humboldt acaba de presentar uno de sus proyectos más audaces y creativos de los últimos años: el Tarot de la Biodiversidad, una obra que tiende puentes entre la ciencia, el arte y la mística milenaria para diseminar, a través de narrativas no tradicionales, conocimientos sobre los recursos biológicos de Colombia y su conservación.

Bajo la tutela de su directora, Brigitte Baptiste, el equipo del instituto se dio licencia para explorar por fuera de los confines del método científico y abrazar mundos mágicos, gracias a la conformación de un trío creativo y experimentado en el que participaron el pintor Pedro Ruiz –ilustrador del mismo– y la tarotista y socióloga María Elvira Molano –quien escribió los textos–.

 

Después de un año de trabajo, el experimento, que nació de una idea original de Molano, se traduce en un conjunto de pinturas que resignifican los arcanos del tarot antiguo de adivinación, a través de nuevas y llamativas representaciones pictóricas de animales emblemáticos de Colombia, plantas e iconografías mitológicas, unidas a las creencias ancestrales del país, sus regiones, sus costumbres y su gente.

Los tres arcanos mayores: bajo la tutela de Brigitte Baptiste (izquierda), el equipo del instituto se dio licencia para explorar por fuera de los confines del método científico y explorar mundos mágicos, gracias a la conformación de un trío creativo y experimentado en el que participaron el pintor Pedro Ruiz y la tarotista y socióloga María Elvira Molano

“El jaguar, la anaconda o el águila arpía son animales obvios, pues en las tradiciones mitológicas colombianas son emblemáticos. El reto fue encontrar elementos complementarios, los que corresponden a cartas más complicadas, como ‘El colgado’, que es la chucha, una idea muy creativa de Pedro”, explica Baptiste.

El criterio de selección fue la lectura de su papel ecológico, que fueran nativos, con algún nivel de simbolismo dentro de las historias nativas, y que todos fueran colombianos. “Tratamos de equilibrar mamíferos, con peces, desde zonas secas hasta humedales”, afirma la directora del Instituto Humboldt.

El proyecto, según ella, tuvo y tiene como propósito pensar en la biodiversidad desde una multiplicidad de perspectivas, para comunicar al país su importancia y trascendencia por otros medios. “Quisimos llamar la atención sobre la biodiversidad con una narración distinta. (…)”, dice. También tiene como meta fomentar la investigación sobre la riqueza ambiental de nuestro territorio con el dinero que recoja. “Lo hicimos con recursos propios, no públicos. Le apuntamos a lograr un fondo para becas el próximo año”.

Ruiz, por su parte, es igual de optimista, pero recuerda los obstáculos que rodearon el asunto. Al inicio del proyecto, “en el instituto estaban muertos del susto”, expresa con franqueza. “En un momento dado, el dilema era científico, y nos preguntamos, ¿por qué hacemos esto?”, reconociendo la dificultad de justificar una idea alternativa, y un tanto extraña, en las entrañas de una entidad de naturaleza investigativa.

Baptiste, sin embargo, siempre con espíritu libre, la apoyó desde el principio. “Me le mandé de una porque conozco los temas del tarot, soy muy aficionada a su simbología y he visto muchos pintados por grandes artistas, pues es recurrente en la historia, desde la antigüedad. Siempre había pensado que debía crearse uno con temas colombianos”.

El proyecto abrió entonces un camino valioso en el instituto por su propuesta artística y su conexión entre ciencia y mística. Y, por supuesto, como herramienta de enseñanza que transforma, por medio de la pintura, los símbolos y arquetipos de origen medieval, como “Los amantes”, “El loco” o “La sacerdotisa”, en animales de nuestro territorio. El loro orejiamarillo, el mico ardilla y el águila arpía son algunos de ellos, que ahora, cualquiera, desde un niño hasta un investigador pueden apreciar y entender mejor.

“Yo siempre les he dicho a los científicos que juran y comen mocos que todo el mundo sabe de fauna y flora. Sabemos que somos megadiversos, pero la mayoría de la gente no es consciente de lo que eso significa”, dice Ruiz, reafirmando el propósito del proyecto. Así el tarot tenga la interpretación de consulta premonitoria, para el artista de sesenta años “las imágenes de fauna y flora colombiana enseñan”.

Además, el Tarot de la Biodiversidad se puede utilizar para revaluar los imaginarios que tenemos sobre animales y plantas del país que representan defectos o epítetos, con lo que desconocemos su importancia para los ecosistemas y los aspectos sagrados que le han dado los ancestros.

El propio artista lo reconoce. “Compartir con Brigitte me dio una gran dimensión de la ignorancia. ¡Dios mío!, para mí una chucha era un animal desagradable [risas]. Nunca les haría daño, claro, pero nunca pensé que había que tenerla en cuenta y resulta que terminó siendo la más atractiva del conjunto de cartas”.

Conocimiento adquirido
Ruiz confiesa que antes de iniciar el proyecto no conocía el tarot ni lo que significaba. Hoy en día lo concibe como un “sistema de conocimiento alternativo”. Esto se lo debe, en parte, a María Elvira Molano, quien lo buscó, hace un año, entre el público de un evento de saberes indígenas para proponerle la idea de transformar los arcanos antiguos en plantas de yagé, yuca o animales como el jaguar.

El autor del reconocido conjunto de pinturas Love is in the air, aceptó en su momento, pues “no me asusta la locura. Para mí todos los conocimientos están relacionados”, dice. Ni siquiera cuando el arcano de “La muerte” le salió dos veces en una sesión privada con Molano. “Ella me enseñó que no es algo malo, es transformación”. Y exactamente, eso fue lo que sucedió con el proyecto.

Luego de reuniones e investigaciones que dieron luz verde al tema, Ruiz comenzó a crear las ilustraciones en tinta y acuarela, pero estas terminaron siendo grandes pinturas al óleo. Eso le tomó varios meses más del tiempo planeado inicialmente. “Me engomé”, dice, y dejó en pausa sus demás proyectos. No obstante, tuvo que repetir su trabajo en algunas ocasiones. “La primera carátula que propuse tenía quince especies, pero ninguna flor era colombiana”. El equipo no la aceptó.

Con el paso de los meses, los textos y las imágenes finalmente llegaron a buen puerto y el equipo terminó en noviembre del año pasado. Por cuestiones del Instituto Humboldt y un viaje de su directora al exterior, se aplazó su lanzamiento hasta junio de este año. “Quería asegurarme de lanzar el mejor producto posible”, explica Baptiste. Necesitaba volver a Colombia para supervisar los detalles de una obra editada en su totalidad por su organización.

“A la gente le ha encantado porque es preciosa. Cada carta es una obra de arte, llena de evocaciones a lo colombiano, a lo propio. Ver allí al oso de anteojos, el maíz, el borrachero, es una experiencia mágica, de realismo mágico colombiano”, afirma Baptiste sobre “esta sorprendente combinación de conocimientos, de sentires y de creatividad”, en palabras de Molano.

El resultado no pudo ser mejor y es palpable en las pinturas que hoy son el cuerpo del proyecto. Según el curador de arte Pablo Velásquez Urzola, de la galería Creando Espacios, Pedro Ruiz es el pintor colombiano más importante de la actualidad, aunque trabaje por “fuera del circuito”. Su conexión no está en las galerías, sino en las regiones, como se puede ver en las obras de su proyecto Oro vital, por ejemplo.

María Elvira Molano, por su parte, trabajó en este proyecto realizando uno de sus sueños, pero al mismo tiempo respetó la tradición que ha estudiado por años y puso en práctica saberes milenarios. Como lectora juiciosa del tarot desde hace tres décadas, logró darle un sabor propio y colombiano al proyecto, explicando uno a uno los significados de los nuevos arcanos, animales y vegetales.

Por lo pronto, el tarot se consigue en una caja de lujo de 25 centímetros de alto y 15 de ancho, que contiene el mazo con las 78 cartas y un libro ilustrado con textos de Molano.

Con el tiempo, otra de las ideas del instituto consiste en que el Tarot de la Biodiversidad se traduzca al inglés y al francés. Las ventas de esas ediciones se sumarían al fondo de becas de investigación que financiará el proyecto.

Lo único que queda pendiente, entonces, es una sesión privada en la que Molano les leerá el tarot a Ruiz y a Baptiste usando el nuevo mazo, nos reveló esta última, quien reconoce que, a veces, la diversidad no se trata de una utopía. Y es que quizá nada lo sea, como concluye Ruiz. “El tarot puede parecer mera magia, pero hay que regresar a lo mágico si queremos volver a pensar y entender lo sagrado”. Al fin de cuentas, entender el cuento del tarot, a través de nuestros orígenes, es una invitación de estos “tres arcanos mayores".

Fotos: Instituto Humboldt
POR: ANDRÉS ELASMAR